27 de Mayo de 2007
Viena, 27 de Mayo de 1826
Te vi saludarme a la distancia
y me oculté, temeroso, entre la muchedumbre.
Asomé tímidamente mi mirada más de una vez y, para mi sorpresa,
más de una vez me estabas mirando.
Después te perdí, querida condesa.
Mientras te alejabas supe leer tu graciosa cara.
Supe entender que no te hubiese importado mostrarme tu alma.
Sé que nos volveremos a ver... me decías.
(...) pero el bueno de Schwind me tomó del hombro y me arrastró hasta Grinzig.
Bebimos el exquisito vino del Rhin que sirven allí y mantuve mi buen humor hasta
que se nos acercaron esos desagradables músicos de la filarmónica...
Te vi saludarme a la distancia
y me oculté, temeroso, entre la muchedumbre.
Asomé tímidamente mi mirada más de una vez y, para mi sorpresa,
más de una vez me estabas mirando.
Después te perdí, querida condesa.
Mientras te alejabas supe leer tu graciosa cara.
Supe entender que no te hubiese importado mostrarme tu alma.
Sé que nos volveremos a ver... me decías.
(...) pero el bueno de Schwind me tomó del hombro y me arrastró hasta Grinzig.
Bebimos el exquisito vino del Rhin que sirven allí y mantuve mi buen humor hasta
que se nos acercaron esos desagradables músicos de la filarmónica...
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