3 de Junio de 2006
Nadie entiende el dolor del otro,
nadie entiende la alegría del otro,
nadie entiende mis obras,
ni Ferdinand, ni Josef,
ni el mismo Dios.
¡Eduard... canta Guten Morgen, schöne Müllerin otra vez!
nadie entiende la alegría del otro,
nadie entiende mis obras,
ni Ferdinand, ni Josef,
ni el mismo Dios.
¡Eduard... canta Guten Morgen, schöne Müllerin otra vez!