14 de Julio de 2007
Amigo Spaum:
Definitivamente nuestros encuentros musicales ya no son lo que solían ser. La salida de los viejos amigos ha generado la entrada de otros bastante menos refinados, que sólo se dedican a fumar cigarros y a hablar de política.
La última Schubertiade, en casa de Schober, no fue la excepción. Casi no me senté al piano. Anselm y Fritz Hartmann tomaron el relevo e hicieron lo que pudieron.
La única nota simpática la brindo la delicadísima G. Von Minz, que ajena a cualquier protocolo devoró con sincera naturalidad cada uno de los platos que tuvo a su alcance.
Entre todas las miradas azoradas, la mía era de ternura.
Viena, 1827
Definitivamente nuestros encuentros musicales ya no son lo que solían ser. La salida de los viejos amigos ha generado la entrada de otros bastante menos refinados, que sólo se dedican a fumar cigarros y a hablar de política.
La última Schubertiade, en casa de Schober, no fue la excepción. Casi no me senté al piano. Anselm y Fritz Hartmann tomaron el relevo e hicieron lo que pudieron.
La única nota simpática la brindo la delicadísima G. Von Minz, que ajena a cualquier protocolo devoró con sincera naturalidad cada uno de los platos que tuvo a su alcance.
Entre todas las miradas azoradas, la mía era de ternura.
Viena, 1827